Todas las demarcaciones de la Ciudad de México, desde que se inició con la elección de los Jefes Delegacionales y ahora los alcaldes, han tendido a una estructuración poco democrática, pero sobre todo han tendido a la concentración del poder en un grupo político. Recién, con el cambio de partido en varias de las alcaldías del poniente, hubo cambios pero en algunas fue notorio que a pesar de ello, hay influencia de los grupos políticos predominantes.
Las demarcaciones carecen de un servicio profesional de carrera, a persar de que muchas de sus funciones son repetibles. Servicios urbanos, desarrollo urbano, ventanilla única, entre otros espacios, deberían dar lugar a un mecanismo que despolitizara el ejercicio público, a la vez que facilitara la transparencia. Se requiere una reforma profunda en este sentido. Seguimos eligiendo gerentes operativos y no verdaderamente cabezas que contribuyan a la mejora sistemática de sus territorios.
La debilidad en las funciones de los alcaldes, a su vez, los ha llevado a resultados que contradicen las necesidades de la población: alcaldes o jefes delegacionales que controlan sus sucesiones; esposas, hermanos, amantes han sido parte de esta historia. Unos casos más sonados que otros, pero la elección de autoridades locales no ha dado los frutos que debía dar a la población.
¿Qué tan lejos estamos de acabar con el caciquismo de las demarcaciones? No podría ser tan optimista dando una fecha, ni aunque fuera a 200 años, pero algo deberíamos estar haciendo. Sé que es difícil, pues los grupos políticos que postulan a los caciques son los mismos que tendrían la misión de cambiar la organización de las alcaldías. Aún así, tengo siete ideas de lo que debería ocurrir:
- Fortalecimiento institucional de las alcaldías. Hay que generar continuidad en procesos de gobierno, particularmente los repetibles como finanzas, recursos humanos, ventanilla única, obras y servicios. Todo aquello que sea más o menos similar entre las 16 alcaldías y a lo largo del tiempo debería contar con servicio civil de carrera, concursos de plazas, contraloría independiente y bien pagada.
- Recursos suficientes y acordes a las necesidades de la población. Hoy se tiene suficiente evidencia de cuántas peticiones diarias promedio se reciben en el Sistema Único de Atención Ciudadana. El presupuesto no es proporcional al SUAC, sino que se calcula por bases presupuestales y demográficas, lo que da lugar a una asignación asimétrica. Hay que favorecer las capacidades locales: empleados activos suficientes (hay alcaldías con muchos empleados sindicalizados asignados a labores administrativas o con limitaciones en sus funciones operativas). Los recursos no son suficientes y deberían serlo.
- Incentivar la planeación. Hay que incentivar que las alcaldías participen en la construcción de visiones de largo plazo en múltiples materias: movilidad, desarrollo urbano, turismo, agua, educación, etc. Que cuenten con partidas específicas que no se puedan utilizar para la inmediatez.
- Coordinación fiscal. Hay que favorecer que las alcaldías participen en la recaudación con los incentivos adecuados: quizá se pueda mantener el presupuesto centralizado, pero con incentivos para que localmente se puedan recaudar / compartir la recaudación de algunos conceptos: sanciones de tránsito por invasión al espacio público, adeudos de predial, enseres, parquímetros, entre otros.
- Combate a la extorsión. En español: muchas alcaldías, en el pasado y en el presente, COBRAN DERECHO DE PISO. Debe haber una investigación permanente contra la extorsión que practican autoridades locales a vendedores informales; comercios, restaurantes, bares y cafeterías; construcciones y remodelaciones. Mucha información hacia la ciudadanía, certidumbre en procesos de permiso y registro, así como facilidades para la denuncia con seguridad.
- Contralorías verdaderamente independientes. Es una desgracia que las alcaldías operen con contralorías mal pagadas al servicio del gobierno central: hay cómo presionarlos, hay cómo intimidarlos, hay cómo sobornarlos. La corrupción sirve a todos (los políticos), porque al final de cuentas el gobierno central no usa la información que obtene para hacer justicia o persuadir conductas indebidas: usan la información políticamente.
- Entornos electorales competitivos. Parte de la corrupción pasa porque siempre ganan los mismos partidos en cada demarcación. Necesitamos elecciones competidas, que todos los partidos tengan oportunidad de ganar y que las campañas sean más baratas, que no haya ventaja para quien se reelige y que cualquier persona con talento, conocimientos y compromiso, tenga posibilidad de ganar la candidatura de un partido y a la vez ganar la elección. (Me encantaría ser alcalde de Coyoacán, pero el que viva al día en términos económicos cancela todas mis posibilidades. Esto no lo digo por mí, sino porque mi condición es la de la mayoría de las personas honestas que tendrían mucho que aportar). Los institutos electorales podrían ayudar construyendo canales de comunicación más efectivos que las lonas y gallardetes amarrados en los postes.
Las ideas que aquí expongo no son exhaustivas. Lo que nos hace falta es una conversación que lleve a una reforma profunda de las alcaldías. Lo que hoy tenemos no funciona, favorece la improvisación, la extorsión, la corrupción … y el caciquismo.
