De entrada pueden suponer mi posición. Siempre estaré a favor de la ampliación de banquetas, aunque de forma específica tenga diferencias con el proyecto o con la forma de instrumentarlo.
Hubo cierta polémica hace unos días por la ampliación de banquetas en el centro de Coyoacán (El Carmen, Villa Coyoacán, así como los barrios de la Conchita y Santa Catarina). No hay un proyecto oficial difundido por canales oficiales ni adoptado de forma directa por el alcalde. Pero al parecer sí hubo algunos documentos difundidos. No me centraré en los procesos de la autoridad actual, sino en lo que me parece debemos buscar con una ampliación de banquetas.

Lo primero: ¿cómo se amplían las banquetas? No todo es una obra civil, es decir, una obra física con demoliciones, colados y materiales. También puede haber delimitaciones con elementos físicos (bolardos, bancas, macetas, etc.). Pintura solita no cuenta.
Segundo: es posible ampliar banquetas con mobiliario. El caso de 20 de Noviembre lo conocen muy bien. En la primera etapa se pintó el piso pero también se colocaron macetas, sombrillas, mesas y sillas; en la segunda etapa esto se volvió permanente. Eso se le conoce como urbanismo táctico, y es reversible. Claro, cuando prueba su funcionalidad, vale la pena hacerlo permanente, como hicimos justamente en 20 de Noviembre.

Ahora, siguiendo el ejemplo de 20 de Noviembre. ¿Qué se buscó hacer al reducir carriles para los autos de cinco a dos? Sin duda fue una acción audaz, en ese sentido me refiero a mi predecesora en Autoridad del Espacio Público. El objetivo fue reducir el tránsito de paso por el centro, y en ese planteamiento el proyecto se cumplió con creces. Fue un éxito, aún cuando muchos se quejaran del congestionamiento al salir del túnel de San Antonio Abad, ese no era su propósito.
Insisto, el objetivo del proyecto de 20 de Noviembre fue disminuir la llegada de autos de paso al centro, y particularmente al Zócalo. Al haber un objetivo claro, los elementos que en otras circunstancias serían fundamentales, pasan a segundo término: aforos, modelaciones de tránsito, impactos. Esa información se obtiene justo de los métodos del urbanismo táctico.
Ahora, volviendo al tema de las banquetas del Centro de Coyoacán, debemos tener claro qué queremos:
- Diminuir la velocidad de los autos y forzar a que circulen en un solo carril en todas las calles centrales
- Hacer más cómodo el paso de peatones en banquetas hoy congestionadas y llevar a que los pasos peatonales sean realmente su territorio (jamás debe haber un peatón esperando el paso de un auto, ni un segundo).
- Ordenar todos los elementos locales.
No comparto, y no compartiré jamás, el argumento de que «ampliar banquetas = ambulantaje». Este argumento es ridículo, de entrada porque son procesos separados. Cuando hay descontrol, el comercio informal no requiere banquetas. Por el contrario, si hay control, puede haber una ubicación ordenada.


En una próxima colaboración me gustaría detallar posibilidades calle por calle y en algunos casos cuadra por cuadra. En general, ni siquiera plantearía la ampliación de todas las banquetas, ni de banquetas completas. Puede funcionar mucho mejor estrechar el paso de vehículos en las esquinas (orejas) y colocar mobiliario a lo largo de la calle.
También creo que sea posible explorar otra opción en la que profundizaré en colaboraciones posteriores. Un ordenamiento del comercio informal, con días y horarios claros para todos. En las dos imágenes pueden ver que cada puesto define su propia imagen y, de hecho, carecen de una «gráfica popular». Es decir, en este caso no hay una imagen que defender (como en la polémica de la Alcaldía Cuauhtémoc). No tienen por qué estar todos los días, cuando se intensifica la demanda de lo que venden (alimentos preparados) es de viernes a domingo, y esa puede ser la restricción.
Lo que propongo, en resumen, es que la ampliación de banquetas tenga un propósito. En los sitios donde las banquetas sean demasiado estrechas (notoriamente Centenario de Malintzin a Francisco Sosa), el propósito es la caminabilidad. Pero en muchos otros casos el propósito puede ser más amplio y no sólo la caminabilidad, sino la seguridad vial, calmar el tránsito y ordenar el comercio.
