Todos recordarán la época en la que el Zócalo de la Ciudad de México estaba permanentemente ocupado por alguna actividad programada: ferias, museos temporales, exposiciones, activaciones deportivas. También es posible recordar otras épocas en las que el Zócalo simplemente recibió a manifestantes que se quedaron por días en sus carpas.

Está claro que el Zócalo es una especie de manifestódromo, pero al ser la principal plaza del país, más que de la ciudad, refleja todo tipo de sentires y cada ocupación, a su vez, puede representar la exclusión de las otras. Es decir, la Feria del Libro puede significar que no haya un plantón; pero lo opuesto también es posible, que una manifestación impida un evento cultural.
La plaza pública es el espacio público por excelencia, un espacio de expresión plena donde todo es posible, por eso digo que el espacio público es «serendipia», es decir, el encuentro positivo con lo inesperado.
¿Qué es un jardín con historia? Me refiero, ahora sí, a Coyoacán: Jardín Hidalgo y Jardín Centenario como algo distinto a la plaza pública. Son plazas, sin duda, pero en realidad tienen sus pasillos y espacios reducidos, porque buena parte es ocupada por jardines. Cualquier activación, y las hay de todo tipo, altera el funcionamiento mismo de los jardines.
Hay dos necesidades simultáneas. Las actividades y el disfrute del espacio público. Las actividades se desarrollan en un espacio limitado para sus necesidades y potencial. Eso es espejo de que Coyoacán, en su centro, necesita de la plaza pública, sin perder la esencia de sus jardines.
Por otro lado, Coyoacán posee grandes centros de manzana que, en distintos casos, se utilizan como estacionamiento, o no se utilizan, o algunos están pensando en urbanizar. Si bien muchos pensarán que los espacios de estacionamiento son insuficientes, en realidad parte de los conflictos que vive el centro de Coyoacán los fines de semana pasa por la excesiva oferta de estacionamiento: disminuir la oferta quitaría mucho problema y sería mucho mejor aún que las actividades (y sus carpas) ocurrieran en espacios sin obstáculos mucho más acordes a las mismas.

Claro, con alcaldías sin recursos, en este caso Coyoacán, que no es muy distinto de Tláhuac, Iztapalapa o Tlalpan, no encontrará cómo comprar o rentar terrenos para hacer las ferias y por tanto éstas tenderán a entrar en conflicto con el uso regular de la plaza o la percepción de los vecinos, pero hacia allá deberíamos ir, hacia el desarrollo de una plaza pública diferenciada de los jardines centrales, es decir, un espacio que permita la realización de ferias, conciertos, festivales, exposiciones, etc.
