
No pretendo que este blog sea en torno a Giovani Gutiérrez, sino en torno a Coyoacán. Así que en esencia esta entrada habla de mi llegada al gobierno y mi salida del mismo. La de mañana hablará de cómo no se gestionan las banquetas, y ya luego damos vuelta a la página y nos concentramos en las propuestas coyoacanenses.
Mi experiencia en la Autoridad del Espacio Público me dejó enormes satisfacciones pero también un desgaste emocional. Detrás de mí desapareció la institución a la par que las diferencias con el nuevo gobierno crecieron. En mi proceso de duelo – depresión llegamos a la conclusión que debía dejar atrás mis ambiciones políticas. Uso el plural porque eso incluye a mi psicóloga.
Sé que no estoy del todo convencido de dejar gobierno, política o ambiciones políticas, pero también hay el reconocimiento de mi propio carácter. Me siento satisfecho de lo que hice al frente de la AEP y de la delegación de PROFEPA en la Ciudad de México (2003-2006). No alcanzo el mismo nivel de satisfacción en mis otros pasos por la administración pública, llegando a expresar en ocasiones un sentimiento distinto: frustración. La clave está en la autonomía que tuve al encabezar un equipo: en AEP y PROFEPA.
Como decía ayer, no quería regresar al gobierno, pero la oferta de una «Dirección General de Innovación, Planeación, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano» era tentadora. No obstante, la idea de renunciar llegó a mi cabeza el cuarto día. Una reunión de 4 horas con 23 personas y sin conclusiones significativas fue mi primer aviso de algo que no iba conmigo. No sentí que pudiera dar resultados con un equipo sobre el que no tenía el mando pleno, perfiles inadecuados, sin una oficina propia, funciones duplicadas en una estructura orgánica que no me parece funcional.
A los pocos días expresé mi intención de renunciar ante quien me invitó al equipo. Hablamos. Me esforcé, pero en mi cabeza estaba que esto no podría durar tres años. Día tras día ocurrían eventos distintos a mi perspectiva de ciudad o de buena colaboración, desde lo más nimio hasta lo más profundo.
Tal vez para muchos otros se trate de algo menor, o que se puede dar la batalla de otra manera, pero en mi caso pesó enorme y negativamente la renovación de banquetas en los Viveros, de ello hablaré mañana. No me puedo identificar como Rey Peatón® y aceptar un proceso de gestión de la infraestructura peatonal distinto del que promuevo.
